Primal Scream celebró en Chile los 20 años de Screamadelica

Poco importaron los casi 45 minutos de retraso, y que en la cancha del Teatro Caupolicán la gente se amontonara impaciente, mientras la platea lucía semivacía. Cuando la voz del delgadísimo Bobby Gillespie llamó a los más de dos mil “fieles” que llegaron al recinto de San Diego (“Are you ready to testify?!”), y arrancaron los primeros acordes de “Movin’ On Up”, nada pudo opacar la misa pagana que los escoceses de Primal Scream montaron para celebrar los 20 años de su obra maestra: “Screamadelica”.

Un disco que no sólo es el mejor de su carrera, sino una pieza clave en la historia del rock. Algo así como el eslabón perdido de la guitarra eléctrica a la pista de baile de la discoteca; el orgulloso hijo entre el rock hedonista de los Rolling Stones y el libertinaje de la música dance, engendrado en las locas fiestas de The Haçienda y parido en “Madchester” a principios de los 90. Cuando el mundo sucumbía a los lamentos del grunge, los Primal Scream iniciaban la celebración de una fiesta interminable.
Y eso fue lo que mostraron en su segunda visita a Chile en 13 años: una celebración de las posibilidades de la música para festejar y ser festejada.
Aunque el disco no fue interpretado íntegro ni en su orden original, la elección y la fuerza de la puesta en vivo permite reproducir (quizá incluso con más potencia que en la grabación) ese trip que es “Screamadelica”. Un viaje narcótico que pasa con total naturalidad de los aires soul y las voces gospel de “Movin On’ Up”, a la psicodelia pura del cover “Slip Inside This House”, o el acid house de “Don’t Fight It, Feel It”, donde Bobby Gillespie (que con su camisa de seda roja semiabierta y sus contorsiones parecía un Sandro en éxtasis) cede el protagonismo a la impecable corista negra que acompaña a la banda en la gira.
Tras ese arranque imparable, el vocalista muestra que además de ser el alma de la fiesta puede ser un intérprete con sentimiento, en las baladas “Damaged” (con ese sonido tan Rolling Stones que parece un homenaje) y “I’m Comin’ Down”. Mientras, el tecladista Martin Duffy, el baterista Darrin Money, y el bajista Gary “Mani” Mounfield (ex integrante de los legendarios The Stone Roses), sacan adelante una hipnótica versión del instrumental “Inner Flight”, con la ayuda de una flauta traversa y de coloridas gráficas en el escenario que sólo hacían más fuerte el efecto.
El clímax llegó con la tripleta final: la magnífica “Higher Than The Sun”, coronada por el duelo de guitarras aullantes de Andrew Innes y Robert ´Throb´ Young; la festiva y redentora “Loaded”, una verdadera declaración de principios con el inolvidable sampleo de la voz de Peter Fonda (“We wanna be free to do what we wanna do…”); y el cierre con “Come Together” que, como no, Gillespie dedicó, ayudado por un ‘torpedo’, a las protestas estudiantiles en Chile.
Para el bis, una seguidilla sin pausas de rocanroles de lo más “convencional” de su catálogo: “Country Girl”, “Jailbird” y “Rocks” que pusieron a saltar a la cancha, y la despedida con el ensordecedor sonido de los instrumentos acoplando, y Gillespie repartiendo besos y saludos a las primeras filas. Puro rock and roll
Fuente: Terra

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