La historia cuenta que en un viaje por el desierto realizado en
1949, Jim Morrison y su familia se encontraron con un aparatoso
accidente automovilístico donde unos indios americanos estuvieron
involucrados; la escena fue tan impactante para Morrison que varios años
después afirmaba haber sido poseído por los espíritus de los indios que
fallecieron aquel día.
También se dice que se caracterizaba por sus pequeños bailes al
estilo indio-chamánico. La leyenda dice que, si ves a un indio morir, su
espíritu se encarna en ti.
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