Para ver "Los náufragos de la loca esperanza" en Río de Janeiro, las puertas del teatro se abrían a las 18 horas, aunque la función partía a las 20.
La obra como tal dura cuatro horas y tiene un intermedio. Asistir a esta función es una fascinante experiencia que puede tomar la mitad de un día.
La producción con que la mítica compañía francesa Théâtre du Soleil -no confundir con Cirque du Soleil- debuta en Chile es el montaje estrella del Festival Santiago a Mil. La troupe fundada y dirigida por Ariane Mnouchkine, se presentará en Estación Mapocho en enero. La función será en francés con subtítulos en español.
La historia de la obra -que se estrenó en Francia el año pasado y se ha presentado también en Grecia y Brasil- comienza en un restorán donde un cineasta socialista graba una película muda, poniendo de actores a los cocineros y meseros del lugar. En tanto, está por explotar la I Guerra Mundial.
La cinta que hacen se basa en "Los náufragos del Jonathan", novela de aventuras que Julio Verne dejó inconclusa antes de morir. Esta trama se centra en unos náufragos que sueñan crear una sociedad nueva y mejor en la isla Hoste, ubicada en el Cabo de Hornos. Por ahí aparece el sueño "del contrato social, el sueño de Rousseau realizado".
Actores y a la vez tramoyistas
Tan original como el contexto espacio-temporal es la propuesta estilística. El espectador es convocado a seguir tres narraciones: Una voz en off relata las circunstancias históricas de los actores en época preguerra, las experiencias de los actores en grabación y la trama de la cinta muda, con los actores haciendo los gestos de la boca como si hablaran, pero sin emitir sonido.
Impresionante resulta igualmente la sincronización entre la treintena de actores. Cada uno interpreta varios roles, pasando de uno a otro con naturalidad.
Pero además todos participan en la construcción del montaje. Antes, y después, barriendo, ordenando.
Y durante la función también hacen de tramoyistas. Varios corren desde el backstage para colocar en tarima la estructura que simula un barco, mientras otros sujetan las poleas, que tienen gran relevancia, con la idea de transformar el escenario en un gran navío. En otro punto, un actor puede estar agitando la cola de un abrigo de otro intérprete, para simular el efecto del viento.
"Fue una de las partes más grandes del trabajo, es como un reloj", acota el actor francés Serge Nicolaï, quien, además de interpretar a cuatro personajes, se encargó de idear la escenografía.
También juega un rol fundamental la música, creada e interpretada en vivo por Jean Jacques Lemêtre, uno de los más antiguos miembros de la compañía. "El primer sonido que existía en el cine mudo era el electrógeno, la alimentación eléctrica", señala mientras come, antes de la función en Río.
El público responde silencioso y atento en las partes dramáticas o con sonoras risas en algunos puntos de comedia física.
"Cada noche he visto algo nuevo, una expresión o abordaje diferente. Cada día me gusta más", comenta en el intermedio Marcelo Rangel, joven brasilero que fue a varias funciones, fascinado por la propuesta.
El diario "O Globo" también aplaudió la función: "Todos los actores son de buen u óptimo nivel. Presentan sin duda una de las mayores y mejores experiencias teatrales que los cariocas verán en toda su vida... Es, en fin, teatro en el mejor y más apasionante sentido".
Una Patagonia "fría, ventosa, violenta"
La recreación del clima de la Patagonia es esencial, por lo que -cuenta Nicolaï- kilos de papel no inflamable ¡y comestible! fueron utilizados para simular varias nevadas. Mientras grandes ventiladores silenciosos generan las ventiscas.
Para recrear esto, dos actores viajaron a la zona.
"Arrendamos un auto y en cinco días recorrimos como 2.000 kilómetros porque cruzamos toda Tierra del Fuego y fuimos a Puerto Natales", relata el francés Sébastien Brottet-Michel.
Quedó alucinado por la atmósfera, los colores únicos, los icebergs y el clima cruel. Tomó cientos de fotografías a partir de las cuales hicieron los lienzos utilizados en el montaje para recrear el fin del mundo.
"No es cómodo vivir ahí, es duro, difícil. Estábamos aislados... Pasamos la noche de Navidad en un lugar donde no había nadie. Estábamos con la naturaleza y muchas ovejas", recuerda.
"De todas las regiones del mundo, esta es la más fría, ventosa, violenta y más desolada", dice Charles Darwin en el montaje.
Todos ganan igual
Fundada en 1964, el Théâtre du Soleil es una de las más importantes compañías europeas.
40 actores de una veintena de países integran la agrupación, lo que le otorga una cualidad única que se refleja en su trabajo físico. "La fortaleza de este teatro es que la mezcla que hay hace que surja un lenguaje más universal... El cuerpo es lo que nos une a todos", acota Paula Giusti, actriz argentina que entró definitivamente a la compañía para este espectáculo en 2008.
Tienen su sede en La Cartoucherie, un ex asentamiento militar ubicado en el Bosque de Vincennes, a las afueras de París.
Allí funcionan como una cooperativa: todos -directores, actores, vestuaristas...- ganan el mismo sueldo.
Un tercio del financiamiento corresponde al Ministerio de cultura francés, lo que influye en los precios (relativamente bajos) de las entradas, por lo que la troupe busca hacer teatro "popular de calidad". Para ello se pueden tomar un año en la gestación de un montaje, todo un lujo hoy en día.
La clave Mnouchkine
La líder de la compañía es la mítica directora francesa Ariane Mnouchkine, de 72 años. Hija de un cineasta ruso, recorrió China, India, Japón y Camboya, donde se fascinó con las técnicas teatrales tradicionales.
Mnouchkine se pasea entre los actores en las horas previas a la función como una más: corre ajetreada de un lado a otro para arreglar todos los detalles, con su rubio pelo alborotado, en buzo, polera y sin maquillaje.
Descrita como sumamente exigente con ella misma y con su equipo, se involucra en todo el proceso: creativo y logístico, incluida la entrada del público.
En su última función en Río de Janeiro se sobrevenden entradas ante un público que aclama a la compañía.
Ariane, en look casual y a gritos frente a la platea, suscita la simpatía del público: "Les pido a los que ya tienen entrada que se aprieten un poquito (en los bancos que hacen de butaca) para que los que están afuera puedan entrar". Y promete: "Se les van a hacer cortas las cuatro horas".
Aparece la bandera chilena
Con actores acarreando la escenografía para arriba y para abajo y mostrando algo de comedia física, les resulta fundamental mantener una tonicidad aeróbica, cuenta Giusti.
La actriz trasandina establece una metáfora con la trama: "A veces avanzas con los ventiladores y los músculos te duelen... Vas llevando un poco de esos ideales que requieren gran esfuerzo".
Comenta que fue un "chiste interno" que le haya tocado interpretar a la autoridad argentina en disputa con Chile por los territorios del extremo sur. En esta parte hasta aparece una bandera chilena.
Para ella, en la historia "está destacada la estupidez en es momento, la ceguera, el egoísmo y está contado con cierto humor".
La escuela de Andrés Pérez
La obra llega a Chile a 10 años de la muerte del gran Andrés Pérez, que se formó en la compañía por seis años y destacó como un delgadísimo Ghandi en "Indiada". El Gran Circo Teatro, que creó a su vuelta a Chile su fundamental obra "La negra Ester", testimonian su paso por el Théâtre.
Un camarín (semi) abierto
Antes de la función, el público come: en Brasil se podía comprar un menú, una degustación de pastas, exquisitas "bolinhas de queijo" (bolitas de queso) tan típicas de allá, o mojitos.
También se puede ver (antes y después de la obra) a los actores maquillándose y peinándose en una suerte de gran camarín abierto. Cada uno de la treintena de actores de más de diez países tiene su espejo, pinturas, pelucas y al fondo se vislumbran cientos de trajes. Una delgada línea (en realidad tela) separa a los actores del público, que puede ver y fotografiar el making of. Tal como lo hizo El Gran Circo Teatro en "La Negra Ester".
Dónde y cuándo
La obra se presenta en la Estación Mapocho del 4 al 22 de enero, de miércoles a sábado (a las 19 horas) y domingo (a las 17), con excepciones ciertos días.
Las entradas están a la venta en Ticketmaster y van desde los $9.600. Siguen disponibles abonos para el festival, que tienen 40% de descuento.
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